Cuando suben las temperaturas, tendemos a pensar que la humedad deja de ser un problema. Pero, en realidad, el verano es un momento clave para detectar debilidades en cubiertas, terrazas o fachadas y actuar antes de que lleguen las lluvias.
Con el sol y el calor, los materiales sufren dilataciones y tensiones que pueden provocar grietas, desprendimientos o pérdida de adherencia. Si estos puntos débiles no se tratan a tiempo, en otoño pueden convertirse en filtraciones o humedades difíciles de controlar.
Realizar mantenimiento o intervenir en verano tiene muchas ventajas:
✔️ Hay menos lluvias y las condiciones de aplicación son mejores
✔️ Los tiempos de secado son más rápidos
✔️ Se pueden planificar los trabajos sin prisas
En Impersegre, trabajamos todo el año para garantizar soluciones duraderas y adaptadas a cada edificio. La prevención no entiende de estaciones: invertir ahora es ahorrar problemas después.