Cuando pensamos en humedades, lo más habitual es relacionarlas con el frío y la lluvia del invierno. Pero la realidad es que las humedades también pueden aparecer —y agravarse— durante los meses de más calor. Y muchas veces lo hacen de forma silenciosa, sin dar señales claras hasta que el daño ya está hecho.

Condensación y espacios mal ventilados

En verano, el aire cálido y cargado de humedad puede colarse en interiores con poca ventilación. Cuando ese aire entra en contacto con superficies más frías —como paredes, ventanas o sótanos mal aislados— puede producirse condensación, lo que con el tiempo genera manchas de humedad, moho e incluso malos olores.

Este fenómeno es especialmente común en:

  • Baños sin ventilación natural

  • Sótanos o plantas bajas

  • Viviendas cerradas durante semanas (como segundas residencias)

Daños estructurales silenciosos

Una pequeña mancha de humedad puede parecer inofensiva, pero con el tiempo puede afectar la estructura del edificio, degradar materiales y suponer un riesgo para la salud, especialmente si hay moho. El calor acelera este proceso si se acumula vapor de agua.

¿Cómo prevenir y actuar a tiempo?

Desde Impersegre recomendamos:

  • Ventilar a diario los espacios, especialmente los que no tienen ventanas.

  • Revisar tejados, canalones y bajantes antes de las tormentas de verano.

  • Detectar filtraciones o capilaridades antes de que aparezcan signos visibles.

  • Optar por soluciones profesionales de impermeabilización y aislamiento, adaptadas a cada espacio y necesidad.

En verano, no bajes la guardia: prevenir las humedades ahora puede evitarte problemas mayores cuando llegue el otoño.

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